La dificultad para emitir fonemas (sonidos) a causa de la imposibilidad para gesticular, es clínicamente conocida como dislalia y representa 90 por ciento de los trastornos del habla en el infante, aseguró la especialista Elizabeth González Flores.
La fonoaudióloga del IMSS en Jalisco y también coordinadora del Servicio de Salud Pública del citado nosocomio, informó que este hospital cuenta con una Unidad de Rehabilitación del Habla en donde se atienden alrededor de 40 pacientes pediátricos mensualmente.
González Flores comentó que a partir de los seis meses y hasta los siete años de vida se estructura el desarrollo gesticular del niño.
Alrededor del año y medio de vida empieza a hablar, si en esta etapa no ha alcanzado su esquema articular para lograr la función del lenguaje, puede sospecharse de un problema de dislalia, explicó.
Añadió que para tratar los problemas del habla existe una amplia clasificación de los fonemas; el rotasismo, refiere un problema con el fonema “R”, el sigmatismo con la letra “S”, lalaismo, “L” y dadaísmo, “D”: Estos representan los fonemas con mayor grado de dificultad de pronunciación para el menor.
Dijo que la dislalia no es de orden hereditario, pero puede presentarse derivado de malformaciones como el “frenillo corto”, lo cual impide el movimiento libre de la lengua para poder pronunciar los fonemas generados en la bóveda del paladar.
Para su tratamiento, se llevan a cabo cinco etapas de estimulación con una duración aproximada de un mes, sin embargo, cada niño que acude al servicio puede presentar diversas variantes de dislalia y en algunos casos la terapia puede tomar hasta un año y medio.
La primera etapa consiste en determinar las cuatro funciones básicas de la cavidad oral, es decir la capacidad de succionar, soplar, masticar y deglutir.
Una vez comprobada la funcionalidad de la cavidad, se enfoca en enseñar al niño la anatomía de su cuerpo, mientras que en la tercera etapa se induce al menor a detectar movimientos e imitarlos.
Durante la cuarta fase se recibe estimulación en base a campos semánticos, generando un vocabulario variado y por último se imparten ejercicio para cada uno de los fonemas, en sus tres posiciones gramaticales.
González Flores recomendó iniciar el tratamiento durante los primeros años del menor, dado que representa un problema a nivel social, emocional y de aprendizaje que suele agudizarse en la etapa escolar.
Por último y como medida de prevención, hizo un llamado a los padres de familia para que mantengan un registro del número de palabras que debe manejar el niño de acuerdo a su edad, la estimulación temprana del infante por parte de los familiares, permite que su desarrollo se agilice, para alcanzar una madurez lingüística óptima
FUENTE: Notimex
La fonoaudióloga del IMSS en Jalisco y también coordinadora del Servicio de Salud Pública del citado nosocomio, informó que este hospital cuenta con una Unidad de Rehabilitación del Habla en donde se atienden alrededor de 40 pacientes pediátricos mensualmente.
González Flores comentó que a partir de los seis meses y hasta los siete años de vida se estructura el desarrollo gesticular del niño.
Alrededor del año y medio de vida empieza a hablar, si en esta etapa no ha alcanzado su esquema articular para lograr la función del lenguaje, puede sospecharse de un problema de dislalia, explicó.
Añadió que para tratar los problemas del habla existe una amplia clasificación de los fonemas; el rotasismo, refiere un problema con el fonema “R”, el sigmatismo con la letra “S”, lalaismo, “L” y dadaísmo, “D”: Estos representan los fonemas con mayor grado de dificultad de pronunciación para el menor.
Dijo que la dislalia no es de orden hereditario, pero puede presentarse derivado de malformaciones como el “frenillo corto”, lo cual impide el movimiento libre de la lengua para poder pronunciar los fonemas generados en la bóveda del paladar.
Para su tratamiento, se llevan a cabo cinco etapas de estimulación con una duración aproximada de un mes, sin embargo, cada niño que acude al servicio puede presentar diversas variantes de dislalia y en algunos casos la terapia puede tomar hasta un año y medio.
La primera etapa consiste en determinar las cuatro funciones básicas de la cavidad oral, es decir la capacidad de succionar, soplar, masticar y deglutir.
Una vez comprobada la funcionalidad de la cavidad, se enfoca en enseñar al niño la anatomía de su cuerpo, mientras que en la tercera etapa se induce al menor a detectar movimientos e imitarlos.
Durante la cuarta fase se recibe estimulación en base a campos semánticos, generando un vocabulario variado y por último se imparten ejercicio para cada uno de los fonemas, en sus tres posiciones gramaticales.
González Flores recomendó iniciar el tratamiento durante los primeros años del menor, dado que representa un problema a nivel social, emocional y de aprendizaje que suele agudizarse en la etapa escolar.
Por último y como medida de prevención, hizo un llamado a los padres de familia para que mantengan un registro del número de palabras que debe manejar el niño de acuerdo a su edad, la estimulación temprana del infante por parte de los familiares, permite que su desarrollo se agilice, para alcanzar una madurez lingüística óptima
FUENTE: Notimex
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