( Por Lilian Solís*) Los objetivos tradicionales en la educación de las personas con necesidades educativas especiales aún se orientan a lograr comportamientos sociales controlados, cuando deberían tener como objetivo que esas personas adquieran cultura suficiente para conducir su propia vida. Aun vivimos en un modelo asistencial y dependiente cuando la meta de la inclusión es el modelo competencial y autónomo.
El pensamiento pedagógico de los profesionales es que los niños con necesidades educativas especiales (NEE) son los únicos responsable sen la construcción de sus aprendizajes pero por sus problemas de aprendizaje, ellos se sienten culpables de no poder hacerlo; a veces ese sentimiento se extiende a los padres, pero raras veces cuestionan al sistema escolar y la sociedad... el fracaso en el aprendizaje se debe a los propios alumnos con discapacidad y no al sistema, piensan que la escuela no que tiene nada que cambiar.
Es un modelo basado en el déficit, que destaca más lo que el niño no logra hacer en lugar de aquello que sí es capaz de hacer. Ese modelo se centra en la necesidad del especialista, y se busca un modelo terapéutico de intervención, como si la solución de los problemas de la diversidad estuviese sujeta a la formación de especialistas en el área de la discapacidad.
Esa escuela selectiva valoriza más la capacidad que los procesos; los grupos homogéneos en lugar de los heterogéneos; la competitividad en lugar de la cooperación; el individualismo en lugar del aprendizaje solidario; los modelos cerrados, rígidos e inflexibles en lugar de los proyectos educativos abiertos, comprensivos y transformadores; se apoya en desarrollar habilidades y destrezas y no contenidos culturales y vivénciales como instrumentos para adquirir y desarrollar estrategias que permitan resolver los problemas de la vida cotidiana.
Esa postura es un problema ideológico, porque lo que se esconde detrás de esa actitud es la no-aceptación de la diversidad como valor humano y la perpetuación de las diferencias entre los alumnos, resaltando que esas diferencias son insuperables.
La escuela inclusiva es aquella donde el modelo educativo subvierte esa lógica y pretende, en primer lugar, establecer vínculos cognitivos entre los alumnos y el currículo, para que adquieran y desarrollen estrategias que les permitan resolver problemas de la vida cotidiana y que les preparen para aprovechar las oportunidades que la vida les ofrece. A veces, esas oportunidades les serán dadas pero, en la mayoría de los casos, tendrán que ser construidas y, en esa construcción, las personas con discapacidad tienen que participar activamente.
Esta falta de comprensión de la cultura de la diversidad implica que los profesionales piensen que los procesos de integración están destinados a mejorar la "educación especial" y no la educación en general.
Nos encontramos en un momento de crisis, porque los viejos parámetros están agonizando y los nuevos aún no terminan de emerger.
La cultura de la diversidad nos va a permitir construir una escuela de calidad, una didáctica de calidad y profesionales de calidad. Todos tendremos que aprender a "enseñar a aprender". La cultura de la diversidad es un proceso de aprendizaje permanente, donde TODOS debemos aprender a compartir nuevos significados y nuevos comportamientos entre las personas. La cultura de la diversidad es una nueva manera de educar que parte del respeto a la diversidad como valor.
* Directora del Instituto Garabatos. Licenciada en Educación Especial.
El pensamiento pedagógico de los profesionales es que los niños con necesidades educativas especiales (NEE) son los únicos responsable sen la construcción de sus aprendizajes pero por sus problemas de aprendizaje, ellos se sienten culpables de no poder hacerlo; a veces ese sentimiento se extiende a los padres, pero raras veces cuestionan al sistema escolar y la sociedad... el fracaso en el aprendizaje se debe a los propios alumnos con discapacidad y no al sistema, piensan que la escuela no que tiene nada que cambiar.
Es un modelo basado en el déficit, que destaca más lo que el niño no logra hacer en lugar de aquello que sí es capaz de hacer. Ese modelo se centra en la necesidad del especialista, y se busca un modelo terapéutico de intervención, como si la solución de los problemas de la diversidad estuviese sujeta a la formación de especialistas en el área de la discapacidad.
Esa escuela selectiva valoriza más la capacidad que los procesos; los grupos homogéneos en lugar de los heterogéneos; la competitividad en lugar de la cooperación; el individualismo en lugar del aprendizaje solidario; los modelos cerrados, rígidos e inflexibles en lugar de los proyectos educativos abiertos, comprensivos y transformadores; se apoya en desarrollar habilidades y destrezas y no contenidos culturales y vivénciales como instrumentos para adquirir y desarrollar estrategias que permitan resolver los problemas de la vida cotidiana.
Esa postura es un problema ideológico, porque lo que se esconde detrás de esa actitud es la no-aceptación de la diversidad como valor humano y la perpetuación de las diferencias entre los alumnos, resaltando que esas diferencias son insuperables.
La escuela inclusiva es aquella donde el modelo educativo subvierte esa lógica y pretende, en primer lugar, establecer vínculos cognitivos entre los alumnos y el currículo, para que adquieran y desarrollen estrategias que les permitan resolver problemas de la vida cotidiana y que les preparen para aprovechar las oportunidades que la vida les ofrece. A veces, esas oportunidades les serán dadas pero, en la mayoría de los casos, tendrán que ser construidas y, en esa construcción, las personas con discapacidad tienen que participar activamente.
Esta falta de comprensión de la cultura de la diversidad implica que los profesionales piensen que los procesos de integración están destinados a mejorar la "educación especial" y no la educación en general.
Nos encontramos en un momento de crisis, porque los viejos parámetros están agonizando y los nuevos aún no terminan de emerger.
La cultura de la diversidad nos va a permitir construir una escuela de calidad, una didáctica de calidad y profesionales de calidad. Todos tendremos que aprender a "enseñar a aprender". La cultura de la diversidad es un proceso de aprendizaje permanente, donde TODOS debemos aprender a compartir nuevos significados y nuevos comportamientos entre las personas. La cultura de la diversidad es una nueva manera de educar que parte del respeto a la diversidad como valor.
* Directora del Instituto Garabatos. Licenciada en Educación Especial.
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